Teatral experiencia

13/09/2025 11:54:32
¿Qué es lo que quieres de mí?
¿Qué es lo que quieres saber? 
No me verás arrodillado
No me verás arrodillado
Dicen que ya no soy yo
Que estoy más loco que ayer 
Y matan a pobres corazones 
Matan a pobres corazones
Buen día Lexotanil
Buen día señora, buen día doctor Maldito sea tu amor
Tu inmenso reino y tu ansiado dolor

Ciudad de pobres corazones (Fito Páez)

El teatro, la comedia musical, las expresiones artísticas, culturales son una de las vías a través de las cuales los sujetos nos encontramos con la posibilidad de tramitar el malestar de las exigencias de la vida en sociedad. Freud ya lo decía.

Tuve y tengo la oportunidad, a sabiendas del goce que encuentro, de disfrutar diferentes artes de éstos y otros tiempos, aunque el tiempo se hace actual cuando emociones e interpretaciones se ponen en juego.

El teatro musical es una de mis preferencias, será porque la actuación, la danza y el canto se conjuran para contar una historia y el cuerpo se siente rozado por cierta magia. Huesito caracú, Derechos torcidos, Objetos maravillosos, Stan y Oliver, El rey león, Anastasia, El fantasma de la Ópera, Rent, El Principito, Romeo y Julieta, Sweet Charity y más…

Claro, también abre un abanico de abordajes y asociaciones. Durante la última experiencia mi cuerpo me dio una alarma. Un adolescente aparece en escena frente a un padecimiento que es enredado, una maraña de situaciones aprovechada por los amigos, la escuela, la familia. Cada cual recibirá su rédito. Las tramas siempre son complejas. Pero las resoluciones también exigen un tratamiento semejante, así provengan de la escena dramática.

El hostigamiento y atentar contra la propia vida son acciones humanas, que no son novedosas, las encontramos en la dramaturgia de siglos anteriores, pero no existían las imágenes y recortes replicándose miles de veces en un dispositivo que portamos cual si fuera una prótesis de nuestro cuerpo. Otra vez Freud.

Los que trabajamos y/o acompañamos, en la tarea que sea, a sujetos (que hablan, padecen, habitan mundos internos y externos), NO individuos (considerados como consumidores consumidos) asistimos a complejidades inscriptas en una aceleración, que por momentos la perplejidad nos sorprende. Las resoluciones simples y abruptas obscurecen. Los reflejos nos embriagan.

El atentar contra la propia vida, banalizar ciertos empujes en su tratamiento, tanto en lo público como en lo privado, es una falta de responsabilidad aunque aparezcan las mejores intenciones. Ciertas tramas merecen de una investigación para su presentación o su guión. Contamos con grandes dramaturgos y directores que han testimoniado su recorrido.

El psiquismo, la constitución subjetiva es una telaraña por ratos visible y por ratos invisible que se teje con el Otro (la lengua, la cultura, los que cuidan y descuidan) Ahora Lacan. En este trayecto hay pasajes de mayor o menor fragilidad. Advirtámoslo y no llamemos a los monstruos que pueden estar muy atentos.

Durante sus estudios en La Salpetriére, Freud, una vez más, descubre una forma de identificación: una comunidad se enlaza y puede actuar frente a un acontecimiento particular que opera de desencadenante. La infección psíquica. Al menos por este motivo y muchos más, en el psicoanálisis y su práctica, se cuida lo privado y se piensa lo público, no se puede hablar de todo y menos replicarlo. Y aún menos convertir una obra musical en una vía de prevención y en una oferta de atención. Justamente, el atentar contra la vida no soporta el abordaje en comunidad.

Según un estudio de UNICEF Argentina, el índice de muerte autoprovocada adolescente, desde intentos hasta concreciones, se triplicó desde el año 2019. Múltiples causas que no es lo que me conmovió a esta lectura/ escritura. Pero sí el dato del aumento que advierte de la fragilidad psíquica en esta época, por lo que diferentes pensadores provenientes de diversos campos, están planteando una subjetividad fragmentada, con dificultades en el lazo y a la renuncia de cierto goce en pos de un proyecto vital.

Querido E. El encabezado de una carta. ¿A quién va dirigida?

El lenguaje produce equívocos. El sujeto se hace presente. El espectador también.


Por: Lic. Verónica Lascar 
MP: 2503

Imagen: "El fantasma de la ópera" - Joel Schumacher (2004)